Harley
Xavier Berenguer
 
Puestos a escuchar, más que ver, la película Easy Rider, lo primero que destaca es que los diálogos entre Wyatt (Peter Fonda) y Billy (Dennis Hopper) sirven poco para comprenderla. Ninguno de los dos dice nada especialmente interesante; sólo George (Jack Nicholson) lo hace cuando advierte a los otros dos que la libertad que ellos representan es una ofensa para el resto de ciudadanos.

Por suerte, el diálogo pasado de rosca de Wyatt y Billy se acompaña de la música de los Byrds, The Band, Jimi Hendrix... De la banda sonora, estos son los sonidos que más se agradecen. La música, además, es uno de los motivos de la película: la contracultura sonora, floreada e idealista, de los años sesenta, que al final termina en la cuneta de una carretera. 

Pero el ruido que preside la historia es el rumor de las Harley-Davidson de Wyatt y de Billy, un ruido que impulsa toda su aventura. 

Hay una escena en la que, mientras Wyatt arregla la rueda pinchada de su Harley, un ranchero calza su caballo; la Harley es, pues, el caballo del moderno viajero. 

Hay otro simbolismo. Refiriéndose al título de la película, Peter Fonda declaró una vez que easy rider es el término que se da, en el sur de los EEUU, al perdonavidas que acompaña una prostituta, no tanto el macarra sino el fanfarrón que convive con ella. Es pues un personaje que lo tiene fácil para montar-la, que se lo pasa bien cómodamente. Wyatt y Billy parece que busquen la libertad, pero su esfuerzo no va más allá de comprar esta libertad poniéndose una Harley entre las piernas y enfilando la carretera. La Harley hace pues de caballo pero también de prostituta.

Al final, Wyatt y Billy desaparecen bajo los disparos de otra clase de hell angels. Más allá de la ficción, en la realidad industrial, la marca Harley-Davidson estuvo también a punto de desaparecer poco después de la filmación de Easy Rider. Pero posteriormente se recuperó, el mismo presidente Reagan se encargó de resucitarla. A propósito, con motivo de la inauguración de una nueva fábrica Harley-Davidson en Milwaukee, Reagan calificó el acontecimiento de 'gran alegría' para todos los buenos patriotas americanos. Seguramente Dennis Hopper también lo celebraría; no hace mucho confesaba que había votado a Reagan, que se sentía orgulloso de ser americano, y que estaba harto de los idealistas, 'unos ineptos que no hacen nada para cambiar las cosas'. 

La banda sonora de Easy Rider, en la memorable secuencia final, lo dice casi todo: los motoristas, los ideales de los sesenta y la amarga acracia de Hopper estallan por los aires; queda sólo el rumor seco del motor de una Harley que se resiste a terminar. Este rumor todavía resuena, de hecho la Harley es el único protagonista de la película que sobrevive sin desfallecimiento al paso del tiempo: caballo, prostituta, espejismo de llibertad, barras y estrellas... 

Es curioso cómo nos gusta ver y escuchar Easy Rider teniendo en cuenta que aquí, cuando se filmó esta película, no sabíamos cómo se pronunciaba la palabra libertad, los sheriffs no lucían una estrella sino un gris mortecino, en lugar de marihuana fumábamos Bisonte, y cabalgábamos sobre el lomo y el ruido no de una Harley-Davidson Electra Glide sino de una Derbi 49. 

Quizá nos gusta porque, además de película de culto, Easy Rider es una película de anticipación.


Publicado en catalán en el catálogo de la exposición
'Bad Heart. Fotografías y pinturas de Dennis Hopper'
Inauguración de los Estudios de Comunicación Audiovisual de la U.P.F., 1993


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