Vida artificial
Xavier Berenguer
criaturas artificiales habitantes de TechnoSphere
Sobre la pantalla de un ordenador, unas figuras se comportan como diminutos seres vivos: nacen, se relacionan con sus vecinos, se reproducen y mueren. Algunas criaturas se comportan agresivamente; otras se refugian en rincones para protegerse; unas navegan erráticas hasta desaparecer mientras otras en cambio se estabilizan repitiendo cíclicamente su comportamiento. De tanto en cuanto surgen mutaciones que producen individuos bien dotados o, por el contrario, incapaces de sobrevivir. 

Los programas que generan estos mundos se denominan de "vida artificial". Su intención es simular un ecosistema, incluidas sus leyes de evolución y de adaptación a la supervivencia. 

La versión más elemental de estos programas fue inventada por el matemático húngaro John Von Newmann justo cuando aparecieron los primeros ordenadores. El "autómata celular" de Von Newmann, que así se llamaba aquel programa, quedó aparcado durante años, hasta que la capacidad gráfica y la potencia de los ordenadores fueron las adecuadas para desarrollar sus principios. 

En los programas actuales de Vida Artificial las criaturas "vivientes" tienen formas geométricas o bien de hormigas, peces, conejos... en algunos casos incluso deambulando en entornos con agua, flores y árboles. Pero, aparte de su aplicación espectacular, lo verdaderamente interesante de esos programas es su abstracción de cierta lógica de la vida. 

La lógica de la vida, ese comportamiento misteriosamente organizado de muchas unidades individuales, aparece en multitud de fenómenos de la propia vida, como un patrón de conducta que se reproduce indefinidamente. Así por ejemplo, el movimiento de las dunas en un desierto, el desarrollo de un anticiclón, el vuelo de una bandada de aves, y otros menos naturales como la bolsa de valores y los atascos en una autopista, todos son fenómenos que, en un sentido, evolucionan en el tiempo tal y como lo hacen los seres vivos. 

Una característica exclusiva de los seres vivos, que las simulaciones de la Vida Artificial incorporan, es su capacidad para reproducirse y autoorganizarse, lo que les permite construir estructuras muy complicadas a partir de elementos muy simples. La propia vida, en su origen primigenio, sigue ese patrón: las primeras manifestaciones de vida aparecieron entre moléculas de proteínas muy simples. La vida es pues un ingente resultado de la cooperación; se diría incluso que es algo que puede esperarse de todo conjunto de elementos que se organizan entre sí. 

La vida es el ejemplo más elocuente de la complejidad emergiendo desde la simplicidad. Por eso la Vida Artificial se relaciona con la denominada Ciencia de la Complejidad, dedicada al estudio de los sistemas complejos. 

Un sistema complejo es un sistema de muchas variables interrelacionadas cuyo comportamiento es imprevisible o muy costoso de reproducir. Lo complejo no quiere decir enorme o monumental, sino imprevisible y azaroso. El sistema solar, por ejemplo, no es un sistema complejo porque, afortunadamente para todos, obedece a una ley perfectamente estable y previsible, la ley de la gravitación. Sucede que esta ley es de tipo lineal, en cambio los sistemas complejos obedecen a leyes no lineales. 

Las ciencias naturales se han basado a lo largo de casi toda su historia en modelos de tipo lineal, entre otras razones porque son modelos cuyas ecuaciones pueden resolverse a mano. Actualmente los ordenadores permiten la resolución de ecuaciones no lineales, de ahí el desarrollo de las Ciencias de la Complejidad y la posibilidad de indagar en fenómenos no lineales. En este sentido, el ordenador es para la mente lo que el microscopio es para los ojos: permite ver lo aparentemente invisible.

Un sistema no lineal se caracteriza por ser muy sensible a las condiciones iniciales con las que comienza a evolucionar; cualquier variación en estas condiciones iniciales, por minúscula que sea, influye en su evolución hasta el punto de que, con el tiempo, puede hacerle perder su estabilidad y conducirle a un estado caótico. El clima de una región, por ejemplo, es un sistema típicamente complejo al que puede llegar a afectarle el aletear de una gaviota. 

Mientras es relativamente fácil simular el sistema solar (ahí están los planetarios), en cambio la única simulación válida para el clima de una región sería su entera reproducción, lo cual además de imposible no tiene sentido. Eso les sucede a todos los sistemas complejos, de ahí la dificultad de su estudio.

La Complejidad estudia también los sistemas llamados selectivos, que son sistemas que obedecen a leyes de selección natural como las ideadas por Darwin. Son sistemas selectivos, por ejemplo, el cerebro de un mamífero, su sistema inmunológico y, por supuesto, la evolución de su especie. Desde un punto de vista lógico, estos tres sistemas se diferencian únicamente por las escalas de tiempo empleadas: el cerebro selecciona las ideas y desecha las inválidas en cuestión de milisegundos, mientras el sistema inmunológico selecciona y expulsa los cuerpos extraños en días; el sistema evolutivo, por su parte, elimina las seres inadaptados al medio en miles de años. La gran ventaja del ordenador es que permite comprimir los tiempos de cualquier experiencia; en el caso de la Vida Artificial los eones (miles de millones de años) se reducen a minutos. 

Otro elemento que los programas de Vida Artificial incluyen es la interrelación que existe entre sus componentes elementales. El cerebro es un caso ejemplar en este aspecto; las neuronas se hallan enlazadas entre sí en una tupida red en la que ninguna neurona tiene autoridad sobre otra; esto permite procesar la información de manera paralela, en lugar de secuencial y jerarquizada, que es una manera mucho más frágil y vulnerable. La Vida Artificial simula y estudia este tipo de redes, así llamadas neuronales.

La primera conferencia mundial sobre Vida Artificial, que tuvo lugar en 1989, se anunciaba como dedicada a "la síntesis y la simulación de sistemas vivientes". Llamar a eso "vida" induce al equívoco, porque lo que simula la Vida Artificial no es la vida sino sólo cierta lógica de la vida. Pero aparte de lo exagerado del nombre, la Vida Artificial y demás ciencias afines abren una serie de investigaciones interdisciplinares que van mucho más allá de los videojuegos y que contribuyen al conocimiento de la vida y de los colectivos que evolucionan como ella. 

POSDATA

Ciencias como la Vida Artificial, junto a otras como la Inteligencia Artificial y la Ingeniería Genética, permiten prever nuestra convivencia con seres con nervios de silicona y de apariencia viva y hasta inteligente. Esta perspectiva ilustra lo terriblemente antigua que queda la idea del hombre "como medida de todas las cosas". 

Primero fue la ciencia de la astronomía al desplazar la Tierra del centro del universo y colocarla en un rincón de una galaxia, sin ningún firmamento en el que apoyarse. 

Después fue la teoría de la evolución, la misma que inspira la Vida Artificial, que muestra cómo en lugar de hijos de dioses somos hijos de primates así como nietos de lagartos, peces y hasta de bacterias. 

Para acabar de pulverizar nuestra autoestima, ahora sabemos que algún día existirán criaturas artificiales a las que habrá que saludar de alguna manera. No somos nada.

 
publicado en el catálogo de Art Futura'93

Artículos de X.B.