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Los
ordenadores del futuro ya no ejecutarán,
como hacen los
ordenadores
actuales, una sola secuencia de instrucciones,
sino que serán
capaces
de hacer varias secuencias de cálculos a la
vez. En el futuro
habrá
memorias basadas en experiencias químicas,
además de
electromagnéticas,
y hasta habrá algunas compuestas por
organismos
microscópicos
vivos. Esta manera de realizar los cálculos
y este tipo de
memorias
dan pie para imaginar unos ordenadores del futuro
con una estructura
que
guarda notables analogías con la de un
cerebro.
Si
los antiguos
fabricantes de autómatas soñaban
con una máquina
que
imitara los movimientos de un cuerpo con vida,
hoy día podemos
imaginar
una máquina que imite además,
aunque sea en parte de sus
comportamientos, el cerebro de ese cuerpo.
Ciertamente,
¿no es el cerebro humano, la
máquina de calcular
más
poderosa y perfecta que existe, el sueño
último del
hombre
que, movido por la necesidad o por el
afán de conocimiento,
cuantifica,
representa, razona, del hombre que calcula?
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