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mapa de Sumèria
Babilonis

La cultura babilónica es difícil de atribuir únicamente a una sociedad en específico. Por el valle del Tigris y del Éufrates pasaron muchas civilizaciones, todas fueron expulsadas y sustituidas. Pero cada una de ellas fue depositando en Mesopotamia innovaciones tecnológicas y lo que denominamos como los primeros esbozos de ciencia. Toda esta reunión de conocimientos es lo que ahora conocemos como la cultura de Babilonia y que podríamos situar en un espacio temporal de unos 1200 años, desde el reinado de Hammurabi hasta la caída de la ciudad con la conquista persa.

Babilonia es un antiguo reino localizado en la región de Mesopotamia, en torno al actual Iraq. Se originó a partir de la ciudad-estado de Babilonia extendiéndose por Acad y Sumeria. Aunque antes ya había conseguido desarrollar diversos conocimientos destacando en diversos ámbitos, la ciudad de Babilonia comenzó a cobrar importancia entre el año 2000 y el 1800 a.C., con la llegada de los amorreos quienes se erigieron como reyes. Hammurabi, llegó al trono como sexto miembro de esta dinastía en el año 1782 a.C. La figura de Hammurabi concentra mucha importancia a la hora de someter al territorio contiguo a la ciudad de Babilonia y constituir un pequeño imperio a lo largo de toda Mesopotamia. Con el triunfo de Babilonia sobre el resto de Mesopotamia también su dios principal, Marduk, fue alzado a la cabeza del panteón de dioses locales. Tras la muerte de Hammurabi, la ciudad fue capturada por los hititas, y poco después, por los casitas. Los casitas fueron quienes convirtieron la ciudad-estado de Babilonia en la capital de un reino que ocupó toda Mesopotamia. Entorno al s.XIV a.C Bailonia era el centro administrativo de todo el reino, asumiendo todo el desarrollo que le permite esta posición. Los casitas serían expulsados más adelante por los elamitas del este, entrando así en una era en que Babilonia sería regida por distintas dinastías hasta finales del siglo VIII a.C., siglo en que la ciudad fue destruida por el afán Asirio de controlar todas las tribus locales de Mesopotamia. En el 625 a.C., los caldeos, dirigidos por Nabopolasar, tomaron la ciudad. Se fundó así la dinastía neobabilónica y el reino se extendió hacia Palestina y Siria. La ciudad de Babilonia fue reconstruida hasta alcanzar un tamaño de 1000 hectáreas, convirtiéndose en la ciudad más grande del siglo VII a.C. El impero neobabilónico duró poco tiempo, y Babilonia cayó en la invasión de los Persas. Jerjes I la destruyó por completo en el año 482, tras las revueltas que se levantaron en el seno de la ciudad en contra del imperio Persa.

A lo largo de todos estos siglos en que las campañas militares sustituían cada cierto tiempo el dominio de Babilonia, existió una historia cultural paralela que abarcó diferentes ámbitos, desde la astrología y las matemáticas, pasando por un intento de establecer de una medida universal para el peso y el tiempo, hasta las primeras escrituras sobre un código civil. Comenzando por su cosmología, los babilonios, en un principio, consideraban que la tierra y los cielos eran dos discos planos apoyados en el agua, pero más adelante establecieron que la forma del cielo era la de una bóveda que se apoyaba sobre las aguas que rodeaban el disco plano que era la tierra. Sobre la bóveda había más agua y más allá de las aguas se encontraba la morada de los dioses. Los dioses controlaban los asuntos terrestres, creencia común de aquella época, y de esta manera los movimientos celestes se consideraban como indicaciones sobre el destino que los dioses otorgaban a los hombres sobre la tierra.

Teniendo en cuenta tales creencias, es normal deducir que la especial atención que los babilonios le prestaban a los cielos iba más allá de la mera curiosidad ya que en los astros estaba escrito su futuro. Y gracias a sus atentas observaciones, los babilonios consiguieron grandes avances en astrología. Las más precisas observaciones astronómicas realizadas en Mesopotamia se refieren a los movimientos de los planetas. Hacia el año 700 a.C. se registraban distintas observaciones que se cumplían sistemáticamente, como el hecho de que Venus volvía a una misma posición cinco veces en ocho años. Fueron entonces capaces de calcular los valores medios correctos de los principales fenómenos periódicos de los cielos, como los períodos de las revoluciones planetarias, así como de hacer predicciones bastante buenas de acontecimientos astronómicos tales como los eclipses. Este estudio de los cielos fue de gran ayuda a los babilonios para establecer los primeros intentos de medición del tiempo, comenzando por la unidad de tiempo que les otorgaba la propia naturaleza: el día. Hacia el año 2000 a.C. aproximadamente había quedado fijado el año babilónico en trescientos sesenta días, repartidos en doce meses; de cuando en cuando se hacían los ajustes necesarios intercalando un mes extra. Se dividió el día en doce horas dobles, y la hora, dividida entre sesenta, dio lugar a los minutos, y éstos sometidos a la misma división, a los segundos. La semana se estableció otorgando a los siete días el nombre del sol, de la luna y de los cinco planetas conocidos. Los babilonios hicieron también sus intentos en establecer unidades de peso y longitud. Así, la unidad babilónica de longitud era el dedo, equivalente a 1,65 centímetros, unos 2/3 de pulgada; el pie contenía unos 20 dedos, y el codo, 30 dedos; la pértiga 12 codos y la cuerda 120 codos; la legua era una distancia de 180 cuerdas, es decir, unas 6,65 millas. En medidas de peso la unidad mínima era el grano que valía 0,046 gramos, después el shekel que pesaba unos 8,416 gramos y el talento que pesaba 30.5 kilogramos.

En el campo de las matemáticas, los babilonios estaban familiarizados con un sistema decimal de notación. Lo complementaron con un sistema sexagesimal (sabiendo esto ahora podemos entender el porqué de la división de las horas, minutos y segundos en sesenta unidades). Su notación decimal, que era esencialmente la misma que la empleada por los egipcios y más tarde los griegos y los romanos, se usaba para los números del 1 al 59. Para números mayores de 50 empleaban una notación sexagesimal cuyas bases eran 1,60, 3600 (60 al cuadrado), 216.000 (60 al cubo), etc. Encontramos aquí el modelo de la notación posicional, desconocida tanto para los egipcios, griegos y los romanos. Los símbolos en primera posición son unidades, en segunda son unidades multiplicadas por 60, en tercera las unidades multiplicadas por 60 al cuadrado. Para la notación posicional se requiere el signo cero. Los babilonios tenían un equivalente del mismo. Paradójicamente, los griegos, los más grandes matemáticos de la Antigüedad, nunca redescubrieron este invento, que sólo fue introducido hacia el siglo VIII d.C. procedente de la India. También les debemos a los babilonios la división del círculo en 360 grados.

Es patente en las investigaciones sobre babilonia, la afición que tenían por las tablas, así como en el tiempo actual las tablas de multiplicar. Los babilonios poseían tablas de multiplicar y dividir, tablas de los cuadrados de todos los números enteros hasta 60, también se han descubierto tablas de cubos de todos los números enteros hasta 16, tablas de raíces cuadradas e incluso de raíces cúbicas. Además de todas estas tablas, se han descubierto dos tablillas del 2000 a.C. que ofrecían fórmulas para determinar la longitud de la hipotenusa de un triángulo en función de los otros dos lados. Esto representa un intento de resolver el famoso teorema de Pitágoras. Las tablillas nos ofrecen dos formulas, ambas empíricas, que dan sólo resultados aproximados a los exactos e intentan resolver únicamente un caso particular, principalmente el del triangulo en el que los lados que forman el ángulo recto están en la proporción de 10 a 40. Aunque los resultados no sean exactos y las formulas sólo sirvan para casos particulares, los babilonios aquí se están planteando resolver este problema a priori, establecer una regla, proporcionar una formula que ahorrará la tarea de medir. En el campo de la geometría, podían medir exactamente los campos y partes de los edificios de forma irregular. Su método consistía en dividir el área en triángulos rectángulos, rectángulos y trapecios, cuyas áreas sabían obtener utilizando, entre otras, las formulas que se acercan al teorema de Pitágoras. Se nos remite a la idea de obtener resolución a priori que consiga establecer reglas universales. Esto es importante ya que así como los babilonios poseían técnicas avanzadas y variadas para ciertos campos del conocimiento, aquí es cuando por primera vez se plantea la idea de conseguir una universalidad en las formulas, un primer esbozo de ciencia.

Sería falso ignorar a las civilizaciones anteriores a Grecia en lo que atañe a la ciencia considerando que lo único que consiguieron desarrollar fueron meras técnicas para resolver los problemas prácticos. No se puede negar que lo que ocurrió entorno al siglo V a.C. en la Grecia antigua se podría denominar como milagro griego y, por supuesto, es merecedor de toda la atención que los estudiosos a lo largo de toda la historia le han dedicado. Pero tampoco se debe obviar la idea de ciencia en las civilizaciones del valle del Tigris y del Éufrates, pues fue en estas antiguas sociedades donde se fraguó todo lo que destacaría con tremendo fulgor en la antigüedad clásica.


Alberto Jordán  (AVD'08)
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