arbre de l'alfabet
|
|
Alfabets
Los numerosos dibujos dejados en las cavernas por el hombre prehistórico, los petroglifos, indican que desde los tiempos más remotos, los seres humanos sintieron la necesidad de expresarse por escrito, aunque en sus principios haya sido gráficamente, usando la fauna y la flora que los rodeaba, y haciendo toscos dibujos pintados o coloreados con elementos que en cada lugar brindaba la naturaleza. Así nacieron los primeros jeroglíficos. También en estos rastros se muestra cómo imaginaban a sus dioses.
El hombre del neolítico usó las "pictografías" para representar ciertas cosas que podía dibujar. En un segundo paso, comenzó a combinar dibujos para expresar ideas, incluso abstracciones: los ideogramas. El pueblo egipcio usó el jeroglífico como tipo de escritura. Si bien tuvieron una avanzada cultura, reflejada en los templos, las pirámides y los objetos hallados en las tumbas. No inventaron un alfabeto de caracteres independientes, debido en parte a que consideraban sagrada la escritura jeroglífica.
Los primeros alfabetos probablemente surgieron en Mesopotamia a mediados del segundo milenio antes de la era cristiana, pero los fenicios tienen el honor de haber sido los primeros en desarrollar un alfabeto estandarizado. Muchas de las letras que usamos hoy en día descienden de las que utilizaban los escribas fenicios ya en el año 1000 a.C. Pero el alfabeto fenicio contaba sólo con consonantes, lo que lo hacía poco adecuado para transcribir cualquier lengua indoeuropea. Los griegos, a mediados del siglo VIII a.C., inventaron signos para las vocales. El alfabeto resultante -que utilizamos hoy, con algunos cambios menores- fue una de las contribuciones más valiosas que los griegos, ese pueblo genial y creativo, legaron a la posteridad.
No todas las escrituras son alfabéticas. La escritura china, por ejemplo, no es alfabética. Lo mismo puede decirse del antiguo egipcio, el antiguo sumerio e incluso el antiguo hebreo. Las lenguas como el chino o el japonés son muy expresivas, pero difíciles de poner por escrito sin ambigüedades. Las lenguas alfabéticas, como el griego, el latín, el alemán, el inglés o el español, por nombrar sólo unas pocas, poseen una claridad en sus textos escritos que no se encuentra en otro tipo de lenguas. El motivo es el propio alfabeto.
Los antiguos hebreo y arameo y otras lenguas semíticas del norte del primer milenio antes de Cristo tenían muchas inflexiones, pero aún así las diferencias en el significado de un término se solían deducir por el contexto más que por la forma en que estaba escrita cada palabra. Todavía hoy el hebreo sigue sin emplear vocales; para añadir claridad al texto se puede utilizar un sistema de puntos sobre ciertas letras, pero esos puntos no se consideran necesarios para una escritura correcta. El inglés, una lengua que emplea muy pocas inflexiones, no se puede escribir con sentido sin vocales.
El chino escrito emplea miles de signos diferentes para transcribir sus miles de sonidos distintos, cada uno de los cuales tiene un significado específico. El castellano tiene tantos sonidos distintos como el chino, y seguramente más palabras y significados, pero sólo hacen falta veintiséis signos para escribir todas las palabras del lenguaje. El alfabeto es tan eficiente que te deja sin habla.
Los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre si el alfabeto fenicio era de verdad un alfabeto, pues no contenía ningún signo para las vocales. Si adoptamos este punto de vista, el alfabeto griego sería el primero en la historia. Pero no hace falta escatimar méritos a nadie. La invención griega no resulta menos impresionante porque se edificase sobre la basa de otra invención anterior.
Los incas, por ejemplo, nunca descubrieron el arte de la escritura. Tampoco entendieron jamás los principios subyacentes en las herramientas que utilizaban. Construían herramientas muy especializadas para realizar tareas muy concretas, pero la idea abstracta de una palanca, no les vino jamás a la cabeza. De forma similar, los egipcios y los mesopotámicos de varias épocas parecían incapaces de comprender ideas generales, aunque poseían talento más que suficiente para resolver los problemas específicos con los que se encontraban.
La lengua que hablaban los incas era sofisticada y expresiva. Si no hubieran poseído un lenguaje hubieran sido poco más que animales. Pero la falta de un lenguaje escrito puede explicar su falta de conocimientos generales y su rápida derrota a manos de un pueblo que sí los poseía. Quizás la raza humana es incapaz de pensar y conocer de forma abstracta si los individuos no pueden escribir sus pensamientos de modo que otros puedan entenderlos con claridad.
Es cierto que la tradición oral hizo avanzar mucho a la humanidad. Los primeros imperios se construyeron prescindiendo de la escritura; hombres que no sabían escribir ni leer crearon maravillosas obras de arte, incluso espectaculares poesías. El propio Homero, el primero y en algunos aspectos todavía el más grande poeta de todos los tiempos, era analfabeto. En aquellos tiempos, alrededor del año 1000 a.c., la mayor parte del mundo era analfabeta.
Incluso en los lugares en que se conocía la escritura, como Mesopotamia, Egipto o China, utilizaban esa nueva y maravillosa técnica sólo para mantener registros. No contemplaban la escritura como un medio para pensar mejor.
Los griegos, tan pronto como tuvieron un alfabeto completo con el que trabajar, fueron los primeros en comprender ese hecho. Y con ello, el mundo en que vivimos empezó a ver la luz.
Más tarde, los romanos adoptaron a su cultura muchas ideas griegas. Lo hicieron con los dioses y también con el alfabeto griego, ese invento brillante que le sirvió tan bien a su propia lengua como había servido al griego. Todavía hoy nos sigue sirviendo, aunque la forma de algunas letras ha cambiado con el tiempo.
Es evidente que el término "alfabeto" nos sugiera el de "alfabetización". El uso cotidiano actual de estos dos vocablos difieren bastante en su significado, aunque probablemente el segundo este mucho más relacionado con la comunicación y con el siglo XX.
La comunicación, por supuesto, es tan antigua como el lenguaje y quizás mucho más. Aunque los homínidos llevan comunicándose entre ellos, de manera más o menos efectiva, durante muchos miles de años, sólo durante los dos o tres últimos milenios se han dedicado a medir la efectividad de sus comunicaciones. Los romanos, por ejemplo, al colocar la retórica en la cúspide de la pirámide educativa, afirmaron implícitamente que la comunicación era el arte más importante para tener éxito en la vida. Dos mil años después, las naciones avanzadas del mundo impulsaron la alfabetización más que ningún otro logro intelectual. Es más fácil comunicarse con los ciudadanos si saben leer.
Charles Van Doren, "Breve historia del Saber. La cultura al alcance de todos". Editorial Planeta, 2006.
Bernat Barrachina (AVD'06)
|