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En 1946, un periódico de Filadelfia daba en sus páginas la siguiente noticia: "Anoche el Departamento de Guerra de los EEUU reveló la existencia de uno de los secretos de guerra más importantes y mejor guardados: una asombrosa máquina que aplica por vez primera velocidades electrónicas a tareas matemáticas demasiado difíciles y complicadas para ser resueltas a mano".
El ENIAC, que así se llamaba aquel secreto, era una máquina gigantesca que ocupaba la primera planta de un edificio universitario.
Contenía centenares de paneles en los que se apoyaban decenas de miles de válvulas de vacío, resistencias y condensadores. Pesaba más de 30 toneladas; se dice que las luces de la ciudad de Filadelfia parpadeaban cuando era puesto en marcha. Dedicado al cálculo de trayectorias balísticas, el ENIAC sirvió para hacer los cálculos y las investigaciones sobre los que se fundamentaría la primera bomba atómica de la historia, la que más tarde estallaría en Hiroshima.
El ENIAC fue la primera máquina de calcular enteramente electrónica con capacidad para memorizar datos y programas. Por eso se le considera el primer ordenador de la historia. |