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Uno de estos mares, el mar Mediterráneo, dió la luz a un grupo de pueblos dispuestos a pensar y reflexionar con libertad sobre las cosas del mundo.
Los números y los métodos de cálculo fueron recibidos por aquellas gentes despiertas como una fuente de conocimientos. Pitágoras, por ejemplo, llegó a conferir a los números un valor sagrado, casi divino. En el siglo VI a. de C., decía Pitágoras: "todo lo que se conoce tiene un número, sin el cual nada puede comprenderse".
De la habilidad de contar con los números surgió la ciencia de la Aritmética; de la habilidad de medir áreas y volúmenes nacería la ciencia de la Geometría. Aritmética y Geometría son conocimientos teóricos fundamentados en leyes establecidas íntegramente por los propios hombres, no por seres imaginados. Con la ayuda de estos conocimientos, la carrera emprendida para interpretar los misterios de la naturaleza se aceleró.
En los tiempos de la Grecia antigua hubo quien llegó a construir una máquina para hacer cálculos elementales. Tal máquina, con sus mecanismos de conteo, podía ser impulsada con vapor de agua. Pero había entonces escribas y esclavos para hacer todas las tareas, por tediosas que fueran. En ese tiempo, la máquina de calcular, al igual que el uso del vapor, no era el resultado de una necesidad, sino de un capricho. |