El padre de Blaise Pascal, un matemático y filósofo francés, era un recaudador de impuestos que lamentaba a menudo tener que hacer a mano los cálculos que le exigía su profesión. Para facilitarle las cosas, Blaise construyó la primera máquina de sumar de la historia. Con objeto de venderla la anunciaba con estas palabras: "Someto al público una pequeña máquina de mi propia invención, mediante la cual usted mismo puede, sin ningún esfuerzo, realizar las operaciones de la aritmética, y prescindir del trabajo que tantas veces ha fatigado su espíritu"

Un contemporáneo de Pascal, Gottfried Leibniz, diseñó una máquina en la que multiplicaciones y divisiones eran tan sencillas de hacer como sumas y restas. Leibniz fue también el autor de uno de los primeros estudios sobre el sistema de numeración basado en el número 2, el mismo sistema de numeración de los ordenadores de nuestros días.

Leibniz fue un gran aficionado a los números: además de teorizar sobre el cálculo, dedicó toda su vida a tratar de representar cualquier conocimiento mediante números y de reproducir la elaboración de nuevos conocimientos mediante operaciones entre números.


El hombre que calcula
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