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La ambición de Leibniz corría paralela con el auge de las ciencias de su tiempo. Durante los siglos XVII y XVIII, gracias al espíritu científico se superaron verdades hasta entonces indiscutibles, como la de la Tierra situada en el centro del universo. El inglés Isaac Newton descubrió que todos los planetas y todas las estrellas obedecen a las mismas leyes físicas que se viven en la Tierra. Poco a poco iba cobrando fuerza la idea de que las verdades que esconde la naturaleza pueden ser desveladas con ayuda de la observación, la experimentación y el cálculo.
Entre quienes más hicieron por establecer este principio estuvo René Descartes, un filósofo francés que afirmaba la necesidad de "acostumbrar nuestra mente a nutrirse de verdades y a no satisfacerse con falsas razones". En el campo de las matemáticas, Descartes reunió la ciencias de la Geometría y el Algebra y dió lugar a la Geometría Analítica, una ciencia que posibilitaba la operación entre figuras geométricas como si éstas fueran números.
Otro gran descubrimiento de esa época fue el Cálculo Infinitesimal, una rama del cálculo que permite contar y medir elementos de tamaño infinitamente pequeño. El Cálculo Infinitesimal abriría de par en par las puertas a la investigación de los fenómenos de la naturaleza, la principal atracción de la curiosidad del hombre. |