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"Perfect Storm" (Wolfgang Petersen, 2000)
Tempesta perfecta

La tormenta perfecta es un film de 1999 dirigido por Wolfgang Petersen y protagonizado por George Clooney, Mary Elizabeth Mastrantonio, Mark Wahlberg, Diane Lane y William Fichtner.

La historia narrada está basada en una novela de S. Junger, y recrea con gran espectacularidad la tragedia de un barco pesquero que se vio atrapado en la terrible tormenta que asoló las costas de Nueva Inglaterra en 1991.

Lo espectacular de ésta película no es, sin embargo, la narración, ni su protagonista es George Clooney, sino que el verdadero protagonista es la gran tormenta y lo verdaderamente destacable son los efectos especiales que consiguieron recrearla con semejante realismo.

Por lo que se refiere al guión y a la interpretación de los actores, La tormenta perfecta deja, según mi parecer, mucho que desear. Sin embargo, es considerado uno de las primeras películas que reproduce un desastre natural de manera que resulte 100% real.

La primera mitad de la película resulta, pues, algo tediosa, pero en el nudo de la narración, cuando tiene lugar la espectacular tormenta, la película consigue no sólo recuperar la atención del espectador sino mantenerlo tenso y ensimismado durante toda la tragedia y la posterior operación de rescate, dada la espectacularidad y realismo del oleaje, el viento y la marea. Una vez más, los efectos especiales, posibles gracias a los avances en tecnología digital, pueden, por sí solos, sostener una historia y retener la mirada atenta del público.

La compañía encargada de recrear la catástrofe fue Industrial Light & Magic, la empresa de George Lucas que también incluyó a tres muñecos peces espada, llamados animatrónicos, para las escenas de pesca del inicio. Para la creación de la tormenta se creó un numeroso equipo de profesionales entre los que no sólo destacan informáticos y diseñadores videográficos, sino también meteorólogos y hasta físicos expertos en la dinámica de fluidos con el fin de conseguir el máximo realismo posible. La empresa de George Lucas no reparó en gastos ni en personal para recrear desde un ordenador hasta la más insignificante gota de agua. Stefen Fangmeier y John Fraizer, dos de los especialistas de la empresa en la reproducción de catástrofes naturales, nominados al Oscar por la animación del huracán en Twister, encabezaron el equipo encargado de recrear la mayor tempestad del siglo XX.

El director de la película, Wolfgang Petersen, aseguró en una entrevista que sólo el diez por ciento del mar que aparece en la película es real. El resto es una mezcla de efectos creados por ordenador e imágenes rodadas en un estudio, en el que se construyó un inmenso tanque y una réplica del barco pesquero, que sirvió como maqueta para estudiar el movimiento del barco y el oleaje e incluso para rodar algunas escenas que serian posteriormente retocadas por ordenador. Las escenas de estudio en el caso de La tormenta perfecta conforman cerca del sesenta por ciento de la película.

Una de las principales técnicas que se usó fue el chroma: el fondo del estudio era una inmensa pantalla azul en la que luego se pintó y superpuso un mar digital. La creación de ese mar digital se consiguió con técnicas informáticas digitales mucho más sofisticadas y complejas.

La tormenta perfecta ocupa, pues, un puesto destacado en la historia de los efectos digitales, y más concretamente en la recreación de desastres naturales, por encima de Twister y Titanic, en cuyos efectos también participó la empresa de George Lucas. Y es que sin George Lucas y su pequeña empresa situada en Marin Country, al norte de San Francisco - fundada en 1975 para hacer los efectos especiales de La guerra de las galaxias - toda esta revolución digital en el mundo del cine no hubiera sido posible, o, como mínimo, hubiese sido muy diferente.

Dejando a un lado la importancia del digital para la recreación de la tempestad, me interesa ahora centrarme en la representación del hecho en sí. Podemos inscribir La tormenta perfecta en el denominado cine de catástrofes, subgénero bajo el que se engloban todas aquellas películas que reproducen desastres naturales que devastan toda producción humana y que ponen a prueba la fuerza, el ingenio y el instinto de supervivencia del hombre. El auge de este cine se da en los años setenta, en los que se producen films como Terremoto (1974), La aventura del Poseidón (1972), Tiburón (1975) o Meteoro (1979). Cabe tener en cuenta que en los años setenta la humanidad presencia algunas de las mayores catástrofes de su historia, que resultan amenazadoras para determinados pueblos, etnias e incluso para la humanidad en su conjunto. En primer lugar se desatan episodios determinantes de la denominada Guerra Fría: la guerra de Vietnam, la amenaza de una guerra atómico nuclear, etc. Desde este punto de vista, son muchos los que perciben en las catástrofes reproducidas por Hollywood una metáfora del comunismo como elemento maligno que amenaza a Occidente. Pero paralelamente se suceden catástrofes devastadoras en el resto del planeta: la guerra de los seis días entre Israel y los ejércitos árabes, las guerras de liberación en çfrica, y un largo etcétera de desastres que tienen como consecuencia más directa el coste de vidas humanas y, en segundo término, el establecer un clima de terror a la devastación frente al que el cine no puede mostrarse ajeno o impávido. La mayoría - y seguramente la totalidad - de dichas catástrofes son originadas por el hombre, y no por la naturaleza; resulta necesario, pues, asumir la hipótesis de la metáfora que pone en mismo plano la brutalidad humana con la fuerza de la naturaleza para explicar, apelando al contexto histórico, el porqué de ese auge de catástrofes naturales cinematográficas. Lo curioso de la metaforización es el hecho de que se compare algo sobrehumano, inherente e independiente a la voluntad del hombre con los desastres creados con premeditación y alevosía por el ser humano.

Pero el hecho es que la fuerza y la indiscriminación de la naturaleza han sido una de las mayores preocupaciones del ser humano a lo largo de su historia, y materia de relatos desde los inicios de la literatura: La gran mayoría de mitos clásicos fueron creados para dar explicaciones a fenómenos naturales que los seres humanos no podían controlar: la cuna de la literatura - y por tanto del cine - basa sus relatos en el poder de la natura. En dichos mitos la naturaleza aparece personalizada en dioses caprichosos y airados que a menudo descargan su rabia contra los mortales que se atreven a desafiarlos, en un intento por parte del ser humano de entender que nadie puede contra la voluntad de los dioses, osease, contra la fuerza de la naturaleza. Recuperando el tema central del artículo - la tormenta - ya en la Odisea de Homero el mar se muestra como uno de los principales obstáculos que retrasan el retorno del héroe a su patria, y se presenta como una fuerza (controlada en este caso por el dios del mar Poseidón) contra la que cualquier esfuerzo humano es en vano.

Desde entonces, el mar y la fuerza de la naturaleza amenazadora aparecen con frecuencia como escenarios o protagonistas en múltiples obras literarias; La aparición y evolución del cine y el lenguaje audiovisual, unido a la trepidante evolución de la tecnología y las técnicas digitales permiten en The perfect storm reproducir y sumergir al espectador en una tormenta literalmente perfecta.


Julia Knobel  (AVD'08)
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